Desde el discurso político, el robo de hidrocarburos ya ha sido controlado, pero la información contenida en los estados financieros de Pemex habla de una realidad distinta.
Los datos se han antepuesto de nueva cuenta al discurso oficial. Mientras desde la tribuna de Palacio Nacional, el presidente asegura de manera casi cotidiana que el robo de combustible ha disminuido en los últimos años, los datos de la estatal Pemex muestran una realidad distinta: el combate al huachicol –como se le conoce coloquialmente a la actividad– surtió efectos durante los primeros momentos de la administración obradorista, pero ha resurgido en los últimos años y con efectos aún mayores.
La petrolera estatal reconoce en su último estado financiero enviado a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos –donde da cuenta de sus resultados de 2022– que los esfuerzos que ha tomado en conjunto con el gobierno “no han producido una mejora sostenida”. La compañía suele dar cuenta sobre el robo de combustible en cada uno de sus reportes enviados al organismo estadounidense. Pero es la primera vez que agrega esa oración a su explicación sobre el tema.
Todas las cifras de la petrolera hablan de un repunte en el robo de combustible desde sus instalaciones, principalmente desde los ductos donde transporta las gasolinas. El indicador principal que da cuenta del aumento es el número de tomas clandestinas encontradas: en 2022 encontró 13,946, el número más alto desde 2018, cuando esta cifra llegó a su pico más alto con casi 15,000 tomas.
Los números de Pemex dan cuenta que durante los primeros años de la administración del presidente López Obrador la cantidad de tomas clandestinas disminuyó, pero nunca a niveles para asegurar que el problema estaba casi extinto, como se aseguró desde el discurso político: el nivel más bajo durante el sexenio se registró en 2020, con 11,037 tomas clandestinas. Esto, en parte, debido a que la demanda de gasolina disminuyó por la baja movilidad generada por la pandemia de coronavirus y los bajos precios que le quitaron el atractivo a la actividad.
El combate al huachicol
A un mes de su entrada formal a Palacio Nacional, el presidente López Obrador comenzó una cruzada contra el robo de combustible que durante el sexenio pasado se convirtió de a poco en un problema de gran costo a las finanzas de la estatal Pemex y a la seguridad pública. En 2012, las tomas clandestinas contabilizadas eran apenas 1,744. El último dato anual –de 2022– daría como resultado un aumento de casi ocho veces en este número.
La estrategia contra el hurto de gasolina de Pemex desencadenó al inicio del sexenio una crisis de suministro de gasolina y uno de los peores accidentes del sexenio: la explosión en Tlahuelilpan, Hidalgo, en enero de 2019.
Además, el robo de combustible ha creado un boquete en las finanzas de la estatal y un aumento en su costo de operación porque la compañía contabiliza estas pérdidas en este rubro. «El robo y comercio ilegal de combustibles reduce nuestros ingresos por la cantidad que se habría generado de la venta de los productos robados y reduce nuestros ingresos netos porque el costo de producción del producto robado está incluido en nuestro costo de ventas», dice la estatal en el documento.
En cantidad de hidrocarburos, las pérdidas durante el año pasado ascendieron a 12,600 barriles de gasolinas al día, un aumento de 250% respecto a un año antes. Pemex no da explicaciones sobre cuáles fueron los factores que ocasionaron el aumento en el robo de combustible. Pero fuentes al interior de la estatal aseguran que esta subida se ha dado como parte de la recuperación en el mercado de los combustibles, tras la baja registrada en la pandemia, y el aumento en el precio de los combustibles.
En 2019, cuando comenzó la cruzada en contra del robo de combustible, la cantidad de barriles disminuyó de manera importante desde el récord de 20,700 barriles por día de 2018 a 6,400 barriles diarios, pero esta tendencia no fue sostenible en el tiempo.
Las pérdidas financieras también han ascendido de manera significativa. El año pasado Pemex perdió 19,891 millones de pesos derivado de la extracción ilegal de combustibles que la compañía comercializa. La cifra está lejos de los 39,388 millones de pesos que se registraron en el último año del expresidente priista. Pero sí resulta en una cifra récord para la administración obradorista, que hasta el 2021 había mantenido las pérdidas por debajo de los 7,000 millones de pesos.
Las pérdidas millonarias
Pemex presenta una variable distinta en sus informes trimestrales a la Bolsa Mexicana de Valores, que agrupa como ingresos no capturados por el robo de combustible. En esta variable, la estatal dice que durante este año ha dejado de percibir 10,500 millones de pesos por el robo de combustible. De seguir la tendencia ya marcada en los registros de los primeros seis meses, la estatal podría anotar un récord de pérdidas financieras en el sexenio.
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