Schneider Electric
- Tener un control sistemático del consumo energético permite a las empresas un mayor retorno de inversión de sus infraestructuras.
- Para que el rendimiento energético sea efectivo y sostenible a largo plazo, debe de ser un tema incluido en la agenda corporativa.
Mejorar el desempeño energético de una infraestructura tiene como punto clave, la reducción de la cantidad de energía que se emplea para generar un producto o servicio, sin alterar su calidad. Además, alcanzar un desempeño energético óptimo trae consigo un beneficio ambiental, al reducir el consumo de energía y de emisiones a la atmósfera de dióxido de carbono (CO2) las cuales son generadas por distintas industrias motores de la economía mundial. Asimismo, es un beneficio para la economía de las propias empresas que, al implementar sistemas de gestión de energía y establecer políticas y procedimientos para medir, analizar y mejorar la eficiencia energética de forma sistemática, reducen costos energéticos hasta en 12 por ciento en los primeros 15 meses, según el estudio “Rendimiento energético superior”, realizado por el Departamento de Energía de Estados Unidos en 2015.
En ese sentido, Schneider Electric, líder en la transformación digital para la gestión de energía y automatización, reconoce la importancia de generar una conciencia empresarial a fin de actuar y definir la eficiencia energética como objetivo de negocio; compartiendo algunas recomendaciones para lograrlo.
La firme aconseja establecer el ciclo de mejora continua que incluya las etapas: Planear, Hacer, Verificar y Actuar como se define en la Norma ISO 50001 para sistemas de gestión de energía. Éste es un estándar global que permite a las compañías fijar metas para cumplir con la política de eficiencia energética, utilizar los datos que obtienen del sistema de gestión para comprender mejor y tomar decisiones sobre el uso y consumo de energía, midiendo los resultados que están obteniendo y actuar sobre estos.
¿Qué es lo que define el éxito para lograr un rendimiento energético en el negocio, reducir la huella ambiental y beneficiar la propia eficiencia financiera de una empresa?
Algunas características para alcanzar esos objetivos, son:
- Prioridad en la agenda corporativa: que el manejo de la energía sea un tema consistente, requiere que la empresa lo asuma como parte de su política corporativa. La gestión se convierte en una prioridad en la agenda de la empresa y se define como una prioridad de la organización.
- Toma de decisiones centralizada: el proyecto no depende solamente del departamento eléctrico o de mantenimiento, se crea una comisión energética para sacarlo adelante.
- Conciencia energética: empresas que crean una fuerte cultura de conciencia energética con sus colaboradores y clientes, promoviendo el ahorro en el consumo.
Las empresas que colocan la eficiencia energética como una prioridad, dan paso para plantear otras iniciativas, como las inversiones en energías renovables y la integración de soluciones tecnológicas energéticas como EcoStruxure, plataforma interoperable del internet de las cosas de Schneider Electric. Asimismo, desarrollan competencias en gestión energética como la mejora continua.
El camino hacia la eficiencia
En relación con los desafíos que enfrentan las empresas para establecer un sistema de eficiencia energética, lo más común es la falta de un plan claro para alcanzar estos objetivos. La gestión de la energía es un área de oportunidad desconocida y afirman que es difícil gestionar lo que no pueden ver, incluso carecen de información para medir y cuantificar los ahorros que puedan alcanzar.
No obstante, hay un camino para alcanzar el desempeño energético:
- Conciencia energética: entender dónde, cómo y cuándo se está usando la energía. Usualmente, los negocios no concientizan lo que consumen, se dedican a producir el bien o servicio sin percatarse del consumo de energía que esto genera. El primer paso es hacerse conscientes y saber cómo se utiliza: ¿cuánto se gasta en energía? ¿Cuánto consumo en energía eléctrica, en gas natural, en agua, en aire comprimido? y cuánta de esa energía está en el proceso de producción o en el centro de datos. Tal análisis permite identificar las oportunidades de ahorro. Una forma básica de realizar este diagnóstico es revisando las facturas de servicios públicos o contratar auditorías energéticas con un tercero.
- Mejoras energéticas: tomar acción o resolver lo básico. Mejoras y modernización de equipos por modelos más eficientes que se aplican a sistemas de iluminación, climatización, calderas, plantas de refrigeración, motores eléctricos y otros activos. Esto representa un ahorro promedio del 10 al 15 por ciento. Otra alternativa es ajustar la automatización de procesos que está diseñada para enfocarse en la productividad y resultados operacionales, pero no está pensada en la eficiencia energética. Son ajustes que se pueden hacer para mantener la productividad y obtener una ganancia en eficiencia energética. Además, se requiere un monitoreo continuo de energía que permita hacer los análisis y la gestión adecuada de la misma. Lo que no se mide, no se puede gestionar. Esto se realiza a través de un sistema que entregue la información necesaria y se obtiene mediante el uso de equipos que permitan hacer mediciones.
- Optimización energética: en esta etapa, la empresa que ya es consciente y ha logrado solucionar lo básico, quiere mantener la mejora continua. Para lograrlo no se trata de analizar los datos crudos de consumo energético, sino de analizar información energética normalizada en el proceso de producción. Es decir, tomar el consumo de energía y compararlo contra un factor de influencia. Otra posibilidad de análisis es el modelado energético, que es más preciso. Éste consiste en crear un modelo energético mediante un programa informático o software al que se ingresan las cargas básicas de consumo, factores de influencia como temperatura y producción, intercalándolo con horarios de producción, turnos, días feriados, entre otros temas de estacionalidad con el fin de generar un modelo matemático que permitirá determinar el consumo ideal de la empresa y compararlo con el consumo real, para llevar una medición que busca la mejora continua y que determina los ahorros alcanzados.